Son muchos los factores que inciden en nuestro bienestar general. El equilibrio en nuestra mente, cuerpo y corazón depende de varios factores. No debemos olvidar que nuestra salud no sólo alude a lo físico, sino también integra aspectos que abarcan lo instintivo, lo emocional y también lo intelectual.
Muchas veces hemos oído decir que "el cuerpo es nuestro templo". Somos almas encarnadas en un cuerpo. Por esto, cuidar de él es de extrema importancia y urgencia, significa inclinarnos positivamente en pro de nuestra existencia. Desde él podemos contactarnos con lo más profundo de nuestra conciencia e influir en ella; estableciendo una comunicación sensible con nuestro particular forma de pensar, sentir, ser y estar en el mundo.
Por esta razón, "Afinar el instrumento" (nuestro maravilloso cuerpo humano) implica cuidar la salud tanto física como espiritual. Es la base de una buena calidad de vida, gran fuente de energía, alegría, y vitalidad. Promever, por tanto, la relación e integración del cuerpo con nuestra parte instintiva, emocional (el mundo sensible) e intelectual (el mundo de los pensamientos y las ideas), retroalimentan en forma constructiva una corriente continua de integración que benefician a la salud y deja su huella en el cuerpo: el mundo del instinto, lo tangible, la materia, y la acción.
A veces solemos olvidar que los sentimientos, las emociones, y pensamientos, son hechos reales que toman forma y se cristalizan en la consciencia; son movimientos internos que están en constante oscilación y movimiento, desplazándose hacia alguna dirección en el campo de la consciencia.
Al igual que el trabajo con el cuerpo -en cualquiera de sus manifestaciones- que se materializa en el espacio físico, los pensamientos y emociones también se materializan la mente, impactando la consciencia e interviniendo en el estado de ánimo y la actitud con respecto a la vida.
Por lo general, no se está muy consciente de la estrecha relación afectiva que existe entre el cuerpo, la emoción, y el pensamiento. El salto cualitativo se produce al comprender la
profunda inter conexión de los centros: instintivo, emocional, e intelectual; y comenzar el trabajo en cada uno de ellos, en pos del equilibrio vital.
El pensamiento y la emoción sin control, suelen producir efectos devastadores en el organismo, y en la salud del individuo. Es por esto que se vuelve tan importante la toma de conciencia de lo que nos generamos en la cotidianeidad. Las enfermedades y dolencias físicas, son producidas por estados mentales y pensamientos que desequilibran a nuestro organismo.
La búsqueda del equilibrio, por tanto, se da tanto en la mente (pensar y sentir) y como en el cuerpo. Encontrar el equilibrio implica balancear la energía de los tres centros antes mencionados, de manera que funcionen en forma integrada. En otros términos, el bienestar verdadero se da en la alineación del eje de la consciencia; esto es en la coherencia y sincronía entre el pensamiento, la emoción, y la acción, de manera que se refuercen entre sí y sigan una misma dirección, evitando, de esta forma, la constante fuga energética que generalmente detiene nuestro actuar, nos cansa, nos fatiga, arrebatándonos la vitalidad natural.
El equilibrio también implica la alineación física del eje de nuestro cuerpo, la columna vertebral. Conseguir una postura correcta y la distribución adecuada del peso son la base para la alineación de nuestro canal central, y por ende, la alineación orgánica del resto del cuerpo.
Es por esto que se vuelve tan importante aprender, desde niños, lo que significa una buena postura, para que así el pasar de los años sea de manera orgánica y no sobrecargue de forma innecesaria nuestra espina dorsal.
Como hemos visto, la alineación de nuestra columna, estructura eje de nuestro cuerpo, resulta fundamental, urgente y necesaria.