El Yoga es diferente de otros tipos de ejercicio (en su mayoría ejercicios de alto impacto que resienten y dañan las articulaciones). A diferencia de los ejercicios convencionales, su práctica genera un tipo de movimiento que no causa sobreexigencia ni desequilibrio corporal. Cuando es practicado en forma correcta, el Yoga no tiene efectos negativos en el cuerpo. Por el contrario, si se lo practica con dedicación y propósito, el Yoga -pudiendo ser en ocasiones bastante demandante- se transforma en un tipo de ejercicio inmensamente recompensado.
Si bien el Yoga no es una actividad aeróbica por naturaleza, envuelve y ejercita en forma integral a casi toda la musculatura del cuerpo y la desafía para que trabaje de forma diferente de acuerdo a la postura que se esté trabajando: algunas veces activando ciertos grupos musculares, y otras veces soltando aquellos mismos para activar otras zonas del cuerpo.
Los miembros del cuerpo actúan como pesos libres y la resistencia es creada moviendo el centro de gravedad natural a una determinada postura, al centro de gravedad del mismo cuerpo. Este fortalecimiento de la musculatura da lugar a una mayor resistencia corporal ya que las posturas son sostenidas por largo tiempo.
A diferencia de otras formas de ejercicio, como por ejemplo los de levantamiento de pesos, caminar, ciclismo o andinismo, el Yoga enfatiza la “calidad” del movimiento por sobre la “cantidad”. Una práctica consistente puede calmar la mente y refrescar el cuerpo, trayendo salud, relajación, tranquilidad, lo que se traduce a un mayor bienestar y calidad de vida.
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